Las relaciones de dominación y sumisión, para quien no las disfruta, son en general poco entendidas. Que la excitación venga por dar o recibir dolor resulta extraño para mucha gente. Si le añadimos que una persona se someta voluntariamente a la voluntad de otra y ambos disfruten con ello, más aún. Y si lo hacemos ciber (todo a través de internet, sin un contacto físico) ya ni os cuento.
Voy a centrarme en esto último. Bien sabemos que internet y las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de relacionarnos, también en lo sexual, y nos facilita encuentros a distancia de todo tipo. Uno de ellos, la ciberdominación, que no es otra cosa que establecer relaciones de dominación/sumisión a través de skype, mail, whatsapp o cualquier otra tecnología a nuestro alcance. Para quien no lo conozca, ¿en qué se traduce eso? En que el/la dominante da órdenes en la distancia, humilla, controla y desprecia a la parte sumisa. Y ésta obedece. De hecho, hay quien busca únicamente eso, sin tener intención de llevarlo a un plano más «real». ¿Donde radica entonces la excitación? Lógicamente en la parte psicológica, en sentirse propiedad de otra persona, en estar bajo su control y, por la otra parte, tener a alguien a sus virtuales pies. De hecho, cualquier relación BDSM se basa en esta premisa y, aunque en las más «clásicas» haya una importante parte física, también existe un alto componente psicológico al venir la excitación en buena medida por las sensaciones y los roles adoptados.
¿Y si rizamos más el rizo? Un tipo de relaciones de dominación, muchas veces llevada a cabo a distancia, son las llamadas dominación financiera o findom, donde el dinero se convierte en el centro de la relación. En este tipo lo habitual es que las dominantes sean mujeres y los sumisos, hombres. El sumiso paga una cantidad de dinero a la dómina, estableciéndose pagos en metálico o en regalos a petición de la ama. La filosofía del findom, además de basarse en los mismos juegos y roles que otras relaciones de dominación/sumisión, radica en que la dómina es un «ser superior» que no ha de trabajar, si no que ha de tener esclavos que ganen dinero y le tributen para que ella tenga todas sus necesidades y caprichos cubiertos. Los sumisos están para eso y son felices sabiendo que su «diosa» vive como tal, y más si es a costa de su sufrimiento o privaciones. En nuestra sociedad el dinero da el poder y así se refleja también aquí.
Relacionado con la dominación financiera encontramos también el fetichismo del chantaje o blackmail. En este caso, al pago del tributo se le suma que la dómina amenaza al sumiso con revelar información, fotos o conversaciones comprometidas al entorno cercano del sumiso (mujer, familia, trabajo…). Así el control sobre el sumiso, y por consiguiente su excitación, es mayor. Aunque sea obvio, dado la temática creo que no está de más recordar que todas estas situaciones y juegos son voluntarios y pactados entre las partes. Como tiene que ser siempre.
Las tecnologías de la comunicación facilitan que haya relaciones de ciberdominación basadas en el tributo monetario. En muchos casos puede que no haya ni tan siquiera un conocimiento presencial, simplemente una sumisión por mensaje de texto o telefónicamente.
Aunque, cuando el dinero está por en medio, ¿se desvirtúa la relación? ¿Quién controla realmente la situación? El siguiente cortometraje plantea una relación financiera.
Reflexiones aparte, estas situaciones vistas desde fuera generan dudas, escepticismo y hasta incredulidad. Pero quienes las viven pueden hacerlo muy intensamente. Porque el poder psicológico en la excitación es muy fuerte. En cualquier caso, las compartamos o no, las entendamos o no, lo que sí podemos hacer es respetarlas. Porque tal y como especifica la filosofía BDSM, cualquier relación es buena siempre que sea sensata, segura (para uno mismo y para otros) y consensuada. Es decir, siempre que se use el sentido común.
Realmente, siempre que se respete la filosofía BDSM cualquier acto consentido por ambas partes es aceptable.
Obviamente, el problema entra cuando se llega a lo descontrolado, pero ¿dónde ponemos la línea divisoria?
Un beso preciosa.
A veces es dificil poner esa línea. Creo que una buena forma de definirlo es, a parte de por supuesto consensuado, que no haga daño ni a otros ni a uno mismo. Gracias por pasarte por mi blog y dejar tu comentario. Un beso!!!
Y por qué siempre tiene que ser el hombre el humillado? La mayoría de estas prácticas someten al hombre como un perro y no existe a la inversa, un ‘dómino’.
Claro que existen los hombres dominantes y las mujeres sumisas.
Sí, pero tengo entendido que es más minoritario. Y lo injusto es que no existe ‘dominación financiera’ de un hombre que reciba dinero o regalos de un. ‘ciberslave’. En la mayoría de las prácticas sexuales el hombre es siempre el que tiene que pagar y se gasta el dinero para poder hacer algo sexual.
Bueno, ese es otro debate. Posiblemente vinculado a cuestiones sociales y a cuestiones de oferta/demanda. ¡Saludos!
Sigo pensando que esto no es más que una forma de ser un nini en la sociedad, el sumiso da igual que lo sienta, que se lleven todo tu dinero y que encima te cobre impuestos por estas cosas es absurdo. el ama vive del dinero pero nada más, no trabaja ni hace nada vive una vida de lujos, lo que me da más rechazo ante esta gente. Y el verdadero problema es que hoy muchas jóvenes hacen esto pensando que consiguen dinero rápido y no se lo trabajan. Es de locos y apesta.
No entiendo que le veis de placentero a estas situaciones. Respeto el bdsm pero tras ver más cosas como esto sigo pensando que esto no sé diferencia en nada de los políticos corruptos que no hacen nada pero se llenan los bolsillos de dinero de la gente.
Pd: Apreciaría que nadie intente responder este mensaje, pues no lo voy a leer ni me voy a molestar en verlo. DSsaludos