Tras varias horas charlando, paseando, riendo, jugando… me detuve un momento y observé a mi alrededor. Había unas setenta personas distribuidas en la parte de abajo de una chalé, en la zona de jardín con jacuzzi y en la elegante mazmorra BDSM (1). En la parte de arriba, los padres y el novio de la dómina dueña del estudio, conocedores de la actividad que se desarrollaba en el sótano, colaboraban activamente para que a las personas reunidas no les faltara de nada. Volviendo abajo, en un sofá cercano, una chica recibía un masaje en cada uno de sus pies por parte de dos chicos. Estaba relajada y encantada. Más allá, un par de mujeres charlaban con sus pies reposando en un escabel (humano) (2). Había una cruz de San Andrés (3) y su ocupante recibía azotes de su Amo. Emitía sutiles gritos de doloroso placer. En una zona cercana, otra asistente realizaba ataduras (4) a su brat (5).
Vi pasar a Rebeca y Franchesca, dos cross-dresser (6) guapísimas vestidas con sus mejores looks para la ocasión. Fui tras ellas a la zona del jardín. En mi camino me fijé en el altar de zapatos, un lugar dónde se dejaban los diferentes modelos fetiches de los asistentes. Taconazos, sandalias, con cuña, mules (7)… lucían espléndidos. Frente al altar, se situaban un par de sofás donde más personas, algunas ataviadas con preciosos trajes de látex (8), charlaban animosamente. Unas sonoras carcajadas llenaban el espacio. Los tickler (9) habían encontrado una víctima. Y más allá, en la zona del jardín, una afortunada alfombra (humana, por supuesto) era pisada por un par de chicas, mientras otro chico miraba con interés – y cierta temerosa envidia – el trampling (10) ajeno. «¿Me pisarás luego?» Me pregunta cuando me acerco. «No me han pisado nunca pero quiero probar».
Fuimos a otro lugar de la sala y lo pisé con delicadeza. Notaba su temor a que le hiciera daño. El trampling no es una actividad peligrosa si se hace con conciencia. Es decir, hay que saber pisar porque depende de a quién, cómo y dónde pisas. Y no hay que olvidarse de la actitud que muestra el de abajo. Tras unos minutos me lo agradeció. Sonreí y le dí un abrazo. Me hace feliz que la gente se lleve sensaciones nuevas.
Me sentía cómoda en ese ambiente. No era la primera vez que lo vivía pero siempre me agrada respirar normalidad y libertad. Estábamos en una fiesta foot fetish, donde la mayoría de los juegos giran alrededor de este fetichismo. Pero llegado un momento cada uno da rienda suelta a sus gustos, todos bien recibidos. La diversidad, en un espacio de apertura, sinceridad y respeto, aporta mucho.
Me acerqué divertida a la zona tickling. La risa es contagiosa. Pregunté qué tal lo estaban pasando. Uno de ellos me confesó «mis amigos solo hablan de tetas y culos, que está bien, pero a mi me gusta también esto.» Seguramente la posibilidad de mostrarse cada uno como es, sin miedo a ser señalado, hace que personas que se acaban de conocer congenien tan rápido.
Tras todo esto me reafirmo en que los coitocentristas están equivocados. Lo diferente no es desviado ni raro. No hay nada más normal que la diversidad.
Y si no, que vengan a alguna fiesta Spanish Foot Fetish y lo comprueben por ellos mismos. Os espero – fetichistas normales – en la próxima.
Un recorrido PARADISIACO… Muy interesante lo que describes, debe ser un experiencia muy interesante estar ahí. Gracias por compartirlo.
Gracias por tu comentario. A mi me parece una buena experiencia, sí. Un saludo 🙂
woww…que buena nota…la verdad desconcia que existian ese tipo de fiestas.. pero ahora.. se que quiero asistir a una.. gracias por.compartir…
Gracias por tu comentario. ¡Te esperamos! 🙂
Me gustaria tener esos zapatos pero supongo que sera complicado que los vendas
¿Qué zapatos? Porque si son los del altar de tacones, son de diferentes personas.
Me refiero a los negros que llevas puestos en la foto
Me refiero a los negros que llevas puestos en la foto
I love reading your blog and I have foot fetish. I enjoy trampling especially under high heels.
Thank you very much. Enjoy your foot fetish! 🙂
Si soy sincero, me parece una fiesta aburrida, y me explico. Mientras antes todas estas cosas se consideraban perversiones, ahoras parecen estar al alcance de cualquiera y se convierten en light, y digo «light» en sentido de falto de sabor.
Reivindico la perversión, la palabra y el concepto. Me gusta pensar que podemos ir «mas allá» y ser diferentes y perversos, y no «normales» en lo sexual.
Personalmente, me gusta el Femdom, pero siempre y cuando incluya el castigo erótico en serio y otras muchas cosas porque la mera parafernalia y el fetichismo en general me aburren y no consiguen excitarme cuando falta la motivación mas profunda, la energía erótica liberada en forma de Ama dominando física e intelectualmente sorprendiéndome.
Pero bueno, en un sentido vamos progresando en la medida que somos mas abiertos… aunque no lo suficiente.
Un saludo y felcidades por pasártelo bien y por el artículo.
Comprendo lo que dices. No es la primera vez que oigo que sea la propia perversión, como concepto, lo que provoca morbo. En algunos casos, funciona así. En otros, la «perversión» es un lastre.
Lo que no comparto es que se cataloguen unas prácticas fetichistas o BDSM más o menos light, más o menos puras, más o menos mejores. Cada uno lo vive y disfruta a su manera. No salgamos de una norma para caer en otra.
Sobre si la fiesta te parece una propuesta atractiva o no, es una cuestión de gustos de cada uno. Y, por suerte, los gustos (en la vida y en el sexo) son muy variados.
Gracias por tu comentario. ¡Saludos!
Estoy de acuerdo. El concepto de perversión para algun@s es un lastre porque se niegan a ser o a verse perversos. Y entonces ocurre lo peor, que es cuando se reprimen de manera tal que no pueden disfrutar de ese «don» especial que, desde mi punto de vista, es su perversión. Mejor sería entonces que se considerasen «normales» para que pudiesen disfrutar de lo que les apetece. Quiero decir que también comprendo el sentido de este post y de su título.
Por lo demás, no juzgo ni catalogo (no lo haría nunca) unas prácticas u otras con un ánimo descalificativo, ni mucho menos como «purista» del BDSM, que no lo soy. Solo me refería a lo aburrido de lo light en comparación, y mas como leve crítica a aquellos que solo se quedan en la estética fetichista sin llegar a profundizar o conocerse a sí mismos. Pero bienvenidos sean también los light, en su libertad, aunque yo no me considere así.
Sobre el fetichismo sigo preguntándome qué és. Me gustan muchas prácticas que, supuestamente, tienen que ver con el fetichismo, pero no creo que en realidad lo sean. Para mi lo mas importante es el intercambio de poder y la capacidad de entrega y sumisión, que puede implicar «adoraciones» varias pero, el placer de la pura estética lo encuentro mas en el arte que en estos juegos eróticos.
Y gracias por tu respuesta y claridad.