Paseando por el Salón Erótico de Barcelona

Vista general

Mi asistencia al Salón Erótico de Barcelona (SEB) empezó antes de poner un pie en el Pabellón Olímpico Vall d’Hebron. Estuve en la comida con periodistas y bloggers que se realizó en el marco del festival y, lo primero que quiero hacer, es agradecer la invitación y la posibilidad de compartir mesa con gente tan interesante del sector. Se debatió sobre varios temas y, como el mundo del cine para adultos no es el que más conozco, descubrí cosas que ignoraba. En este sentido, me llamó especialmente la atención el debate que se generó sobre la decadencia del porno. Resumiéndolo, antes había más estilo, más glamour entre las pornostars. Ahora, se ha popularizado y facilitado el acceso a esta profesión (también por culpa de internet) y hace que “cualquiera” que haya grabado una escena se considere estrella del porno. Y el nivel, la presencia, el estilo se ve claramente perjudicado. También me quedo con un comentario de Bibian Norai muy ilustrativo «me envían una foto de una polla y me dicen si valgo para el porno. Es como si te envían una foto del brazo y te preguntan si puedo ser tenista». Más claro, agua.

Entre shows, talleres, actrices y actores, amas y sumisos, swingers varios…

Espectáculo y espectadores

La primera impresión al entrar en el recinto del SEB fue de un cúmulo de estímulos: música, luz, ruido de gente arriba y abajo, stands con objetos variopintos, escenarios con shows, rincones por descubrir… Ubicado en dos pisos, en la parte superior estaban los expositores de las empresas del sector, una zona de arte erótico, bodypaint… y en la parte inferior, los diferentes escenarios donde se desarrollaban los espectáculos en directo. Bajar era sumergirse en un ambiente sexual donde mirabas a un lado y tenías a un par de tipos follando, a otro y veías una muestra de bondage, más allá, un trío con un transexual y volviendo la vista, un estupendísimo stripper. Y por en medio, actores y actrices paseándose ligeros de ropa y muchos visitantes fotografiando y grabando sin perderse detalle.

Bañando en cera al sumiso en el área BDSM

Seguí explorando y me dirigí a algunos rincones específicos. Descubrí el área de la mujer donde se impartían talleres, charlas, presentaciones de libros…, la zona swinger para parejas y la parte BDSM, dirigida por Ama Mónika. Quienes me seguís habréis deducido mi interés por esta práctica así que hacia allí que fui. Encontré un rincón decorado con muchos artilugios (cruz de San Andrés, ataudes, camilla médica, látigos, palas, maniquíes con cuerdas…) me recordaba un poco a Halloween, para qué lo voy a negar. Asistí a una sesión en que a un sumiso le hacían un poco de todo (os podéis imaginar) y, como colofón final, lo bañaban en cera. Interesante aunque, bajo mi punto de vista, había un poco de show y sobraba la música porque en una sesión de dominación es importante la parte verbal (órdenes y humillación) y también los ruidos de látigos o fustas mezclados con los gemidos del sumiso. Pero la propuesta en general me parece buena para acercar este mundo a quienes no lo conozcan.

La nota de prensa de valoración del festival habla de unos 17.000 visitantes, con más público femenino e internacional que otros años, más de 300 artistas y unos 1.900 espectáculos en directo repartidos en 16 escenarios. Más allá de cifras, ¿sabéis qué es lo que valoro yo? El ambiente de libertad, apertura, respeto, curiosidad… Me gusta que caminando por el festival puedas ver, entre el público, no entre los profesionales, un hombre desnudo con collar, mujeres en ropa interior transparente o dóminas calzando taconazos. Que puedas encontrar propuestas de todo tipo, que se charle y se comente abiertamente. Que, en definitiva, se viva el sexo.

El año que viene, repetiré. Y espero que con una presencia más activa. Ya os contaré…