María, veintidós años, califica a Elena de puta porque una noche de fiesta coqueteó con todos los chicos y se enrolló con un par. Como Juan, a pesar de sus encantos de macho, no consiguió nada con Eli, dice que ésta es una frígida. Javier se queja de que su jefa es una amargada y que le falta un buen polvo.
La sexualidad femenina sigue siendo juzgada, tanto por hombres como por mujeres, también en generaciones jóvenes. Se nos llama putas o frígidas, de forma despectiva y ¿bajo qué criterio? ¿En qué nivel ponemos el listón para ser puta o para ser frígida? En muchas ocasiones, adoptando un punto de vista de hombre heterosexual extendido a toda la sociedad. Es curioso, por ejemplo, que la palabra ninfómana, que se define como mujer que sufre un deseo sexual intenso e insaciable, no tenga versión masculina.
Es esa tradición patriarcal, que antes incluso negaba la sexualidad y el deseo femenino, la que marca lo que es aceptable. Y lo socialmente adecuado, en general, aún no es que las mujeres tengamos una vida sexual libre y además lo comentemos abiertamente.
Pero voy a ir un paso más allá. Creo que alguien que opta por vivir su vida sexual de forma activa está escogiendo lo que quiere hacer. De la misma forma que quien decide libremente ser monja y hacer voto de castidad. Lo triste es el caso de mujeres que no escogen, que se dejan llevar por aquello que «toca», por las convenciones sociales y que sienten que la vida las está llevando. Que querrían ser más putas pero no se atreven. Y no me refiero solo a lo estrictamente sexual. Hablo en general, de escoger, de decidir, de equivocarse y también de acertar, de ser dueñas de su propio destino. Entonces, si ser puta es ser o sentirse libre, ojalá todas lo fuéramos un poco más.
En esta sociedad subyacen ideas patriarcales y las mujeres seguimos con prejuicios y recelos. Ya va siendo hora de que nos acerquemos a la sexualidad y a la vida con seguridad, con apertura y buscando y pidiendo lo que queremos. Y también va tocando ya que nos dejen de juzgar por ello.
Bueno escribo para comentar que es muy cierto lo que cuentas. Las mujeres siempre serán putas. Y el hombre cada vez «más hombre» .
Ese estigma es la mujer quien tiene que intentar quitarlo no puede oír o escuchar que les llamen puta, (con lo honroso del oficio), y responder «que sí y que le quien lo bailado».
Al hombre no hay que quitarle nada «de lo bailado», al día siguiente se le hace una fiesta en un bar y cuenta las intimidades.
Yo me he criado en una familia patriarcal, pero nunca hemos visto diferencia entre lo que hace un chico y una chica.
Si nos creemos en el derecho de poder juzgar a alguien; que sea a los dos por igual.
josé c.a.
«Si nos creemos en el derecho de poder juzgar a alguien; que sea a los dos por igual». Que frase más acertada.
Gracias por pasarte por aquí y por dejar tu comentario! 🙂
Para mi la palabra ‘puta’ es grande, aunque muchas veces se emplee de forma despectiva. Porque una puta da placer y obtiene placer con el sexo, es para darle un premio cada vez que lo consigue.
La represión produce sufrimiento personal y sufrimiento a los demás que están alrededor. Por favor, esas manifestaciones de poder y no querer deberian llamarse ‘calientapollismo’ u otra acepcion, y la que lo ponga en práctica que sea estigmatizada.
La que es puta de verdad está por encima de banalidades, es diosa y merece un altar.