Hace poco escribía sobre muñecas y robots sexuales, que aportan sexo solo pero “acompañado”. Ahora me surge la necesidad de completar ese entrada hablando de sistemas operativos. Por si a alguien le suena el tema, sí, este artículo está relacionado con la película «Her» de Spinke Jonce.
No pretendo hablar de la película, más bien reflexionar a partir de ella. Pero, creo que, inevitablemente, debo avisar de que lo que sigue puede ser spoiler.
En Her se plantea un romance entre Theodore y su sistema operativo inteligente, Samantha. Y no es para menos. Samantha es inteligente, aguda, oportuna, divertida y hasta sensible. Es una voz ( ¡y vaya voz! En la versión original, sensual voz la de Scarlet Johanson). Y no sólo eso, también tiene personalidad.
Si en el artículo citado al inicio de éste hablaba de relaciones sexuales, aquí hablo de relaciones sentimentales. ¿Sería posible enamorarse de un sistema operativo? Se adapta a nosotros, nos entiende, nos escucha, nos hace reír, nos hace sentir bien, nos crea una dependencia emocional. Pero, ¿puede considerarse realmente una relación?
Y luego está el tema sexual. En toda (bueno, por no generalizar, en casi toda) relación de pareja hay sexo. Entre Theodore y Samantha también lo hay, hablado, estilo telefónico. Es genial la primera escena de sexo entre ellos, pantalla en negro con las dos voces en off excitadas y excitándose. El plano sexual es importante y ella tiene la inseguridad de no tener un cuerpo físico que le haga sentir y haga gozar a su compañero. Pero, si una relación te aporta mucho a nivel sentimental o intelectual, ¿podemos concebirla sin sexo?
La historia reflexiona sobre las relaciones de pareja, sobre otro tipo de relaciones de pareja. Sobre qué relación estamos estableciendo con la tecnología. Y también habla de aceptar lo diferente, de huir de prejuicios, de disfrutar de aquello que nos hace felices, de sentir, de vivir.
Los robots sexuales son una realidad. Los sistemas operativos ultrainteligentes, de momento, ciencia ficción. Pero quién sabe donde llegaremos. Y si llegamos, ¿qué pasará? Hace años nadie pensaba que pudiera ser masturbado por un robot.
A lo mejor nos enamoramos de alguien no tanto por la persona en sí, sino por cómo nos sentimos de exultantes cuando estamos con esa persona. Y cuando echamos de menos a alguien, en realidad lo que echamos de menos es sentirnos tan bien como estábamos cuando esa persona estaba en nuestra vida… No sé… En este sentido podría llegar a entender un cuelgue afectivo con un sistema operativo si éste habla, gime, ríe, me sigue la conversación, llora, se enfada conmigo, me hace el amor 24 horas al día 7 días a la semana (no hablo de follar porque eso parece tecnológicamente imposible, al menos de momento…)
La sociedad se transforma día a día, y relaciones y sentimientos que eran inimaginables, se hacen cada vez más normales. ¿Esto es amor platónico? Si es así, es tan viejo como el propio mundo, aunque ahora hablemos de sistemas operativos, robots y tecnología punta.
Por cierto, tengo pendiente la película, así que esta misma noche la veré. Saludos!!!
Efectivamente, si esa relación nos hace sentir bien, ¿renunciamos a ella porque es con un sistema operativo? Quizás suena absurdo pero con la transformación de la sociedad, quién sabe.
Gracias, Pandora, por tu comentario. Y, por cierto, te recomiendo la peli. Ya me contarás cuando la veas. Un saludo! 🙂
He visto la película y creo que es interesante lo que planteas en este artículo y en el anterior. Respecto a este tema también puedes consultar el primer capítulo, «Vuelvo enseguida» (Be Right Back), de la segunda temporada de la serie Black Mirror (una serie muy interesante, por cierto).
Creo que es interesante ver cómo en esta sociedad que cambia constantemente y es cada vez más individual este tipo de alternativas tienen más espacio. No me parece una mala solución. Aunque he de decir que pese a los sentimientos que te pueden ofrecer este tipo de alternativas no hay nada como el tacto y el roce.
Eso sí, viendo la tendencia al individualismo que vivimos hoy en día es una buena alternativa.
Tomo nota de la sugerencia sobre Black Mirror y su primer capítulo.
Coincido contigo en que es interesante como cambia la sociedad, como opciones que parecían imposibles, toman forma, también en el tema de los sentimientos y el amor.
Gracias por pasarte por mi blog y dejar tu comentario Jon. 🙂