En el documental “Hablando de sexo con adolescentes”, buena parte de los jóvenes citan como referente informativo internet y la pornografía. Es innegable que internet facilita la información en todos los ámbitos, también en el sexual. El sexo está más accesible que nunca. Y es inevitable que esto sea así, quiero decir, que bloquear el acceso a ciertas páginas es válido para niños pero no funciona para adolescentes. Ante esto, la solución pasa, claramente, por la educación en valores en general y en la sexualidad en particular.
Pues bien, visto que parece que la pornografía parece ser un referente, vamos a ir ahí. ¿Qué hay de cierto en la pornografía? Básicamente una cosa: el sexo que se practica es real. El resto es ficción. Es ficción el físico de los protagonistas, la situación que se produce, el tiempo de duración del coito, las posturas acrobáticas, la imagen general que otorga un rol determinado a cada género.
Si no se ven como ficción estas películas, pueden influenciar a los jóvenes y causar inseguridades. Porque, entre otras cosas, el tamaño medio del pene en erección es de unos 14 centímetros, hay diferentes formas y tamaños de vaginas, de 3 a 7 minutos se considera una duración de coito adecuada y un 45% de mujeres no logran el orgasmo cada vez que tienen sexo. La realidad contrasta con el cine X.
Otro inconveniente de la pornografía es que limita la sexualidad a unos modelos muy definidos. Es cierto que hay diferentes tipos de vídeos: muchos con la pornografía más habitual, algunos con juegos muy específicos, porno para mujeres y vídeos amateurs, entre otros. Pero lo que mayoritariamente se encuentra en Internet de forma más accesible es lo que podríamos denominar un porno más clásico, con unas situaciones y formas de ser muy estereotipadas. Y resulta que nuestra vida real no siempre encaja. Puede que temporalmente perdamos la libido o que nos exciten algunos fetiches menos habituales o que no todo sea tan fluido con la pareja. Y todas son situaciones normales dentro de la sexualidad. Porque la sexualidad humana es variada, rica y compleja, fluctúa y evoluciona igual que cada uno de nosotros evolucionamos. Hay que aceptar con libertad y naturalidad los diferentes momentos y situaciones por los que pasamos y no encasillar la sexualidad en una determinada imagen o estereotipo.
Y que conste que yo no tengo nada en contra del porno. Al contrario. A quien le guste, que consuma pornografía. ¡Claro que sí! Siempre que se vea como lo que es, un juego, una ficción que sirve para excitarnos solos o en pareja. Pero ya está. Ni extrapolar conductas, ni roles de género, ni pensar que sabemos de sexo a través del porno. Al contrario, si solo has visto porno, bien poco sabes de sexo.
[…] que en cuestiones de ejecución amatorias el cine porno es ficción. Pero las escenas de sexo en cine comercial no se queda atrás en cuanto a fantasía. Algunas […]